sábado, 16 de febrero de 2008

Uriel Arcángel (o de eufemismos bíblicos)


Y Eva quiso probar la manzana. Y así hizo.

Y como era un ser sin maldad se la ofreció a Adán. Y Adán, otro inocente, también la probó.

Pero la manzana se sintió pecadora, notó la ira de Dios en su nuca y decidió expulsarlos del Paraíso blandiendo su espada de fuego.

Luego, del vientre de la primera mujer, nacería Abel con sus rizos dorados y los ojos celestiales. Como los de la manzana.

Adán, ya por entonces mucho menos cándido, se vio presa de los celos. Y pensó:

“Algún día tendré un hijo y cumplirá mi venganza.”

Contra el hijo de la manzana. Que ya todos sabemos que no era una manzana.

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