jueves, 13 de marzo de 2008

Los dos lados

'These strange adventures' Maggie Taylor, 2007

“—¡Despierta ya, Alicia! —le dijo su hermana—. ¡Cuánto rato has dormido!”
Alicia en el País de las Maravillas (Lewis Carroll)



Los naipes habían desaparecido y también la sala del juicio. “¡Buf, vaya sueño más extraño!”, pensó Alicia, que se alegraba mucho de ver el rostro de su hermana mayor.

Cuando el cuerpo de ésta empezó a difuminarse, creyó que era por abrir los ojos de repente, pues todo el mundo sabe que las cosas están borrosas en un principio. ¡Pero no! Era verdad que desaparecía. Al final, sólo su sonrisa quedó, como flotando en el aire, y la boca empezó a crecer mientras los dientes se multiplicaban y afilaban. ¡Era el Gato de Chesire! Una voz que le resultó terriblemente familiar salió de aquellos labios: “¡Que le corten la cabeza!” Vio Alicia cómo la boca se convertía ahora en la de la Reina de Corazones, así que escapó muy asustada. Pero daba igual cuánto corriera, la sentencia seguía martilleando en sus oídos y risas siniestras le llegaban de todos lados (incluso reconoció la voz del Sombrerero y la del Conejo Blanco). De pronto, tropezó con una raíz que asomaba y se cayó de cabeza contra el suelo.

Despertó esta vez en casa y era su madre quien sonreía. Pero, por suerte, no desapareció. Pasaron los días y los meses y los años sin que nada raro ocurriese, aunque Alicia no pudiera evitar cierta inquietud cada vez que veía sonreír a su hermana. Hasta llegó a pensar si esa vida no sería en verdad más que un sueño, y si la realidad, el País de las Maravillas, aún esperaba a que despertase.

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